lunes, 3 de septiembre de 2007

RUTA DEL OKAVANGO

3 al 28 de septiembre del 2007

Viaje: Organizado, Kananga
Ruta: Safari, escénica y étnica
Autor: Javier Martín Neri

Lunes. Madrid-Londres-Johannesburgo.

M00 Por duro que pueda parecer, la cantidad de horas que uno tiene por delante a la hora de de emprender un viaje son relativas e inversamente proporcionales al estado de euforia que dicho viaje causa en el viajero. A mayor euforia más rápido pasan, como si en lugar de 60 minutos tuviesen solo 40, y una chica en la T4 de Barajas, con una camiseta de Kananga que nos confunde, aumenta más aún esa euforia al decirnos que con el viaje que ahora emprendemos vamos a alucinar. Ella lo hizo el año pasado y esta año repite experiencia con La Reina de África, creo recordar. Esta vez no es diferente y el vuelo de Madrid a Londres con British Airways apenas dura lo que un suspiro. Viajamos cómodos, los asientos son espaciosos a pesar de ir en clase turista.

I00 Tres horas después de aterrizar en Londres por fin aparece en las pantallas la puerta de embarque, media hora antes de la hora prevista de salida hacia Johannesburgo. Es aquí cuando comenzamos a ver gente que sin duda pertenece a nuestro grupo. En el momento que los altavoces anuncian el embarque, aparecen las bolsas de mano Kananga que sin duda guardan celosamente en su interior la tarjeta de embarque y los pasaportes. El momento de conocer a nuestros compañeros de viaje se acerca y nos coge de sorpresa mientras colocamos nuestro equipaje en el fondo del maletero sobre nuestros asientos. Una chica, dos asientos por delante del nuestro, nos pregunta si somos de Kananga. Al decirle que sí, nos confirma que somos los dos que faltábamos en el recuento de la puerta de embarque.
-¿No te llamarás Ana? -pregunta a Marisol.
-Uf! Menos mal -dice ante la negativa de Marisol-. Por que ya somos cuatro con la guía.
Ella es una de la cuatro, Ana de La Coruña y dos asientos por detrás de nosotros está Ana de Guernika, a la que a partir de ese momento comenzamos a llamar Ane. Bueno, ya solo nos quedan quince por conocer.
Después de la cena y de echar unas cuentas, decidimos comenzar a tomar el temido Lariam. Según Isabel, médico de salud laboral del hospital de Marisol, la zona de riesgo se encuentra por encima de Windhoek, capital de Namibia. Un molesto dolor de cabeza me acompaña durante todo el vuelo, efecto secundario sin duda, y provoca que la noche transcurra entre momentos de vigilia sueño profundo.

Martes. Johannesburgo-Kimberley. Hotel.

S00 A eso de las ocho de la mañana, hora local llegamos a Johannesburgo. Nos recibe Anna Clarena, con una enorme pegatina de Kananga y la camiseta oficial del viaje. En apenas media hora nos encontramos todos en el recibidor del aeropuerto con nuestros equipajes, algo raro aquí según Anna.
Aprovechamos para cambiar dinero en el Bidvest Bank. Calculamos 150€ por persona, es decir 300€ que al cambio son 2.861,58 rand sudafricanos, que en adelante abreviaré con una R mayúscula tras el importe, y por los que nosotros recibimos 2.773,55R. La diferencia, 88,03R se esfuman en concepto de comisión e impuestos. El cambio aplicado es de 9,5386R/€.
Una vez fuera, Anna nos presenta al resto del equipo que nos acompañará a lo largo del viaje, John el conductor sudafricano de Cape Town, Lucky el cocinero y Bernard su ayudante, ambos de Zinbawe. También nos presenta nuestro medio de transporte durante estos días, Cash un camión acondicionado para ofrecer todas las comodidades dentro de lo posible. En la parte de atrás hay taquillas individuales que nos son asignadas, una por persona, para nuestro equipaje. Una vez colocado el equipaje partimos hacia Kimberley, nuestra primera parada.

S01 Paramos en una gasolinera para comprar agua e ir al servicio. El camino se presenta como la antítesis de los caminos en Etiopía. No hay gente, apenas nos cruzamos con coches y tampoco hemos de sortear animales de todo tipo. Lo único que nos acompaña durante el camino es la alambrada infinita que cerca la carretera por ambos lados reclamando la propiedad de las tierras para sus dueños que los tienen. Y es que por muy árido, desolado o desértico que sea el paraje, todo absolutamente todo tiene dueño. Solo las ciudades rompen estas cercas para mostrarnos calles desgarbadas salpicadas de casas. Mientras atravesamos una de estas poblaciones intento imaginar, sin conseguirlo, que hace la gente para divertirse aquí.

S02 Paramos de nuevo en otra gasolinera, esta vez para comer. El plan, que se repetirá a lo largo del viaje es el siguiente: cada dos horas aproximadamente pararemos para ir al servicio, lo que en adelante llamaremos Pipi-Stop. A media mañana entre las doce y la una haremos una parada para comer algo rápido. Al final de la jornada, justo antes de anochecer y una vez montado el campamento, cenaremos y esta será la comida fuerte del día.
Así pues nos disponemos a comer. El camión, como si de un transformer se tratara, convierte sus bajos en una improvisada encimera de cocina por un lado mientras que el otro nos surte de sillas de campaña que colocamos al cobijo del gran toldo color verde que John despliega en pocos segundos. Para entonces Lucky y Bernard ya tienen lista la ensalada, nuestra primera comida, que atacamos en cuanto nos lavamos y desinfectamos las manos. Esto es muy importante y será parte del ritual de cualquier comida mientras estemos aquí.
Ayudamos con las sillas a la hora de recoger y continuamos hacia Kimberley.

S03 Realizamos una última parada en otra gasolinera a las afueras de Bloemfontein y aprovechamos para estirar las piernas.
S04 Finalmente llegamos a Kimberley, ciudad que lo debe todo a los diamantes. Haremos noche en el hotel Fórmula1 del grupo Accord. Su slogan es Todo lo que usted necesita y es cierto, no le falta ni le sobra nada, su filosofía de hotel-una-noche es simplemente perfecta. Nuestros cuerpos, doloridos por la tremenda paliza de viaje, a lo que han contribuido por igual el vuelo y el camión, reclaman una ducha reparadora. El baño, prefabricado como los de Japón, es una muestra más del sentido práctico de este hotel. Listos, limpios y algo más descansados nos vamos a cenar.
La cena de hoy no entra en el programa por lo que cada uno ha de pagarse la suya. No obstante Anna nos propone un restaurante para ir todos juntos, el Star of the West establecimiento que data de 1870 según reza a la entrada y primer bar de la ciudad de Kimberley según Anna.
El lugar es agradable, la cena no está mal y además es barato. Al entrar me viene a la cabeza la escena de Cocodrilo Dundee del bar en medio de ninguna parte en el interior de Australia con sus aguerridos clientes apostando quien aguanta la jarra de cerveza sobre la cabeza mientras recibe un puñetazo en la boca del estómago. Salvando las distancias, claro. Pagamos 100R (10,48€)por dos hamburguesas completas.
No quiero escribir más de dos hojas por día a no ser que sea estrictamente necesario, y hoy no lo es. Además estoy tremendamente cansado y necesito dormir y descansar.

Miércoles. Kimberley-Spitskop. Campamento.

S04 Nos levantamos a eso de las seis y media, recogemos y desayunamos junto a recepción, un poco prietos pero no olvidemos el sentido práctico del hotel, para salir a las siete y media hacia el Big Hole, donde, hablando de diamantes y Kimberley, comenzó todo.

S05 Se recrea el antiguo pueblo de Kimberley cuidando hasta el más mínimo detalle con los cientos de objetos que se han recuperado y se exponen en los escaparates de las tiendas, la taberna, la funeraria, el banco… Los estáticos maniquíes de mirada perdida sirven de atrezo humano para este Port Aventura minero. Detrás se encuentra la mina excavada a pico más grande del mundo, el Big Hole, enorme cráter anegado por el agua en su parte baja. Compramos unas piedras de colores por 35R (3,67€) en las tiendas de recuerdos, único consuelo que Marisol encuentra al alto precio que los anillos de diamantes alcanzan aquí.

S06 Salimos por la 64 y no llevamos mucho tiempo en la carretera cuando nos vemos obligados a parar por una avería. John, nuestro conductor, sin camisa y herramienta en mano hurga en las entrañas del camión y en lo que tardo en hacer una foto soluciona el problema purgando la bomba del gasoil. Mal augurio.

S07 Pipi-Stop en una gasolinera. Nada que reseñar salvo la compra de un par de botellas de agua por 17.5R (1,83€) en Big Five Cafe.

S08 Paramos a comer bajo un árbol junto a una de las vallas que a izquierda y derecha cercan la carretera. En mitad de ninguna parte colocamos las sillas de campo, en círculo alrededor del tronco frente al camión donde Lucky prepara la comida. Nada más comer, una vez recogido, volvemos a la carretera para continuar ruta y vemos unos pocos viñedos, no los suficientes para producir los famosos vinos de Sudáfrica.

S09 Paramos de nuevo en otra gasolinera junto a la cual hay una licorería donde aprovechamos para comprar cervezas. Compramos un paquete de seis por cabeza para compartir, hielo para mantenerlas frías y amarula, licor típico de aquí realizado con el fruto del árbol del mismo nombre muy similar a la crema de whisky. En total 57R (5,98€) por las cervezas y 40R (4,19€) de bote para el hielo y la amarula.

S10 Llegamos al campamento de Spitskop, dominado por un promontorio rocoso a la sombra del cual montaremos el campamento. Antes realizaremos nuestro primer safari alrededor del campamento, una reserva privda, donde vemos el primer ñú azul, los primeros elan y las primeras gacelas saltarinas. Emocionados, ya en el campamento, Anna nos explica como montar las tiendas de tipo iglú y unos dos metros de alto, lo que las hace muy cómodas en su interior. Nuestra torpeza a la hora de montar por primera vez nos privan de ver la puesta de sol.
Anochece, las sombras difuminan los detalles y el campamento gana en encanto. El fuego de la cocina donde Lucky se afana con la cena, pollo guisado creo recordar, pone el contrapunto cálido al entorno inhóspito. Mientras esperamos para cenar Anna nos propone ir a ver una cebra que se ha acercado a la valla. De vuelta hacia el campamento hago una foto del promontorio, iluminado desde abajo por un foco de luz y el fuego de la cocina.
Después de cenar, otra vez tremendamente cansados, nos vamos a dormir.